El 2 de
diciembre de 1956, tras una accidentada
travesía de siete días, el yate Granma, muy pequeño para acoger a los 82 combatientes que lo abordaban, y repleto de ansias de ver a su Cuba
libre, arribó a las costas orientales de
la Isla y con ello comenzó en tierra firme la epopeya que culminaría con el
triunfo del Primero de Enero de 1959. Antes de pisar suelo firme, los
expedicionarios, con el agua en
ocasiones al cuello y tropezando una y otra vez con las enmarañadas raíces de los mangles,
comprendieron aun mejor que la lucha sería dura, pero nada les impediría cumplir el propósito de ver a
su Patria soberana. En Alegría de Pío, lugar que el día 5 habían escogido para
reponer fuerzas, fueron sorprendidos por fuerzas del régimen batistiano y
sobrevino la dispersión y el primer revés, pero un pequeño grupo, con aun menos
armas, nucleados alrededor de Fidel, prosiguieron la lucha. En Cinco Palmas, el
líder de la Revolución Cubana, con fuerza por pocos comprendida, exclamó ¡Ahora
sí ganamos la guerra! Y la ganaron.
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