Acabamos de releer el
volumen de la autora Adys Cupull Reyes, titulado Julio Antonio Mella en los mexicanos basado sobre todo en
elocuentes testimonios de compañeros del mártir antiimperialista cubano en la
etapa en que, exiliado, permaneció en el hermano país azteca, desde 1926 hasta
el 10 de enero de 1929, fecha en que fue vilmente asesinado por orden del
sátrapa Gerardo Machado. Es un libro que recomendamos especialmente a los
jóvenes, de manera que puedan enriquecer sus conocimientos de la fecunda
historia de esta pequeña Isla del Caribe, que ha dado, y sin dudas seguirá
dando, hijos de talla universal. Mella es –siempre en presente—el joven
revolucionario cubano que comprendió los males del imperio y luchó contra
ellos, sin importarle los riesgos. Comunista convencido, simpatizó abiertamente
con el entonces joven Estado Soviético, promovió la lucha de los estudiantes y
de la clase trabajadora por sus derechos, fundó la Federación Estudiantil Universitaria
y la Universidad Popular José Martí,
creó, junto a Carlos Baliño, el primer Partido Comunista de Cuba, en 1925 y,
tras ser apresado y con las pretensiones
del régimen de Machado de asesinarlo, se declaró en huelga de hambre que solo
concluyó al ser liberado por la enorme
expresión de solidaridad
promovida en Cuba y en otros países de América. Tenazmente perseguido tuvo que
salir del país y en México encontró amigos y compañeros revolucionarios que le
acogieron. Continuó su lucha contra el
imperio y a favor de los obreros y estudiantes, publicó en Alma Máter, El
Machete, El tren Blindado y otros órganos. Es realmente admirable la actividad
de Mella en México. Su asesinato motivó gran conmoción y la inmediata respuesta
de estudiantes, trabajadores y afiliados y dirigentes del Partido. Sus cenizas fueron trasladadas a Cuba en
1933, a capa y espada resguardadas a
costa del sacrificio de muchos patriotas mexicanos y cubanos, entre ellos de
Juan Marinello, quien las preservó hasta el triunfo de la Revolución, y hoy
descansan en el Memorial Mella, al pie de la escalinata de la Universidad de La
Habana, donde los estudiantes y el pueblo pueden rendirle permanente tributo.
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