Noviembre 30 de 1956. Santiago de
Cuba comienza una jornada diferente. Sirenazos, disparos de armas de distintos
calibres, explosiones. Los combatientes del Movimiento 26 de Julio, vistiendo
por primera vez el uniforme verde olivo, atacan las posiciones del ejército y la policía del sanguinario régimen
batistiano. Es la manera más efectiva de los revolucionarios santiagueros de apoyar
el Desembarco del yate Granma, que en
esa fecha se esperaba arribara a costas cubanas, con sus 82 expedicionarios a bordo,
encabezados por Fidel, y que finalmente arribó a la Isla el 2 de diciembre de
ese año. La valerosa acción de Santiago de Cuba alarmó al tirano y su
camarilla. No esperaban un levantamiento de la magnitud que tuvo lugar. Los
combates duraron muchas horas y las calles de la ciudad fueron libres de
esbirros. Cuando ya los combatientes, superados en hombres y armamentos,
comenzaron a replegarse, el pueblo, en gesto de gallardía sin igual, les abrió
las puertas de sus casas y evitó que se ensañaran con los bravos que reiteraron
la seriedad de la lucha. Por ello Santiago de Cuba es y será siempre una ciudad
heroica.
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