Se veía venir. El todopoderoso Donald Trump decidió sacar a
Estados Unidos del Acuerdo de París acerca del cambio climático. ¿Y no sucederá
nada? Como hace siempre, todos los males y las cargas financieras las echa
sobre hombros de los demás. ¿Decidirá la sacrosanta Europa aplicar medidas a
Estados Unidos por tamaña traición para el mundo? Ahora Trump dejó las manos
libres a los consorcios petroleros y de otras materias primas contaminantes
norteamericanos para aumentar cuanto deseen su producción sin tener que dar
cuenta a nadie del daño que con ello ocasionan al Planeta. Es cierto que ha
surgido una ola de críticas –y hasta ahora solo eso- a esta acción del imperio que desprecia y
apabulla no ya a naciones que no le son afines, sino a sus propios aliados, que
bien pudieran decir ·con este tipo de amigo para qué quiero enemigos·. ¿Qué va
a suceder en lo adelante? ¿Será acaso hora de que los principales actores de la
política y la economía global se unan y adopten fórmulas que pongan freno al
prepotente desbocado? Creo se debe pensar seriamente en algo sobre el dramático
asunto.
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