miércoles, 10 de mayo de 2017

La colosal hazaña de la URSS




  A 72 años del triunfo de la Unión Soviética sobre el fascismo, vale hacer algunas reflexiones. J. Stalin ha sido y sigue siendo fuertemente criticado por no haber hecho caso a las informaciones de inteligencia que le aseguraban la inminente y pérfida agresión de las  hordas nazis  a su país. Se había aferrado al criterio de que Hitler respetaría el tratado de no agresión firmado entre ambos países. Sin duda alguna le animaban el deseo de evitar, por lo menos en esos momentos, una conflagración que traería enormes daños a los pueblos de la Unión, y por otra parte ello le permitiría ganar precioso tiempo en la preparación de las fuerzas y medios de la nación. ¿Pecó de ingenuo? Todo indica que sí.



Por ello, cuando la Alemania fascista, el 22 de junio de 1941, a las 3:30 de la madrugada, atacó sin previo aviso la URSS, las tropas soviéticas no estaban preparadas para frenar el  colosal empuje de unas 150 divisiones enemigas, para mencionar solo las que fueron dislocadas en el primer escalón estratégico. A ello súmense importantes contingentes de las naciones satélites de Alemania, que desde el primer momento combatieron junto a los nazis.
  No es de extrañar que en las primeras  dos semanas y media, en las direcciones principales, el enemigo de los pueblos haya avanzado entre 400 y 600 kilómetros en el territorio de los soviets, basado fundamentalmente en sus tropas de choque, de tanques y otros medios  motorizados.  La euforia de Hitler y el generalato fascista era ilimitada. Pero pronto comenzaron a darse cuenta que la URSS, los oficiales, soldados y el pueblo de ese inmenso país no eran como aquellos que habían podido dominar con relativa facilidad.
Después vinieron el cerco de 900 días a Leningrado, la primera gran derrota en Moscú y también  la tremenda debacle sufrida en la batalla de  Stalingrado, donde fue cercada una agrupación de 330 000 soldados alemanes,  que fue eliminada o hecha prisionera, al frente de la cual se encontraba el  mariscal de campo Von Paulus. Precisamente esta contienda significó el viraje radical de la guerra a favor de la URSS y para alegría de todo el mundo progresista, que supo que se acercaba el día de la victoria.
   La ofensiva en Stalingrado puso muy en alto el poderío de la URSS. La sagacidad del Partido Comunista, de la oficialidad y la enorme capacidad de contener primero y prepararse después para rechazar al engreído enemigo. El mismo Hitler reconoció que si hubiese sabido lo que le esperaba en ese inmenso país, no le habría atacado. Era la tácita aceptación de la derrota, aunque muchas preciosas  vidas habría de costar aun la definitiva capitulación del imperio alemán.
   La URSS demostró que por sí sola podía liberar a los pueblos esclavizados de Europa y vencer a las hordas nazis. Sus aliados (Estados Unidos e Inglaterra) solo abrieron el segundo frente el 4 de junio de 1944, cuando apreciaron que si no lo hacían entonces, todo el mérito sería de los bolcheviques y sus pretensiones de hacerse de muchos territorios se irían al traste. Las muchas artimañas de los gobiernos norteamericano e inglés contra la URSS, finalmente fracasaron, ante el poderío y la clara y justa política del país socialista, que con su Gran Guerra Patria,  el aporte de 27 millones de muertos y enormes destrucciones y sacrificios, liberó al mundo de la plaga más destructora que haya conocido la humanidad: el fascismo.  El mundo entero debe recordar por siempre la extraordinaria hazaña de los pueblos que integraban la gran Unión Soviética.

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