Casi a las dos de la madrugada del
viernes, hora de Cuba, se concretó la victoria frente al equipo de Australia,
choque bien peleado, para darle a la Isla el derecho de avanzar a la segunda
fase del Clásico Mundial de Béisbol. La Isla estalló en alegría. El bambinazo
de Alfredo Despaigne trajo tranquilidad a los aficionados cubanos, toda vez que
de golpe y porrazo el marcador se puso 4 a 1 a favor de los criollos. Cuando
perdiamos una por cero y no se vislumbraba la posibilidad de hacer carreras,
vinieron los hits consecutivos de Roel y Ayala, seguidos por la base conseguida
por Cepeda y el estacazo de Despaigne, quien aprovechó inmejorablemente la
única ocasión que se logró embasar a tres hombres. Fue un encuentro difícil.
Lázaro Blanco se vio varias veces en apuro. Vladimir García se presentó un poco
errático, Yera tirando muchas bolas, pero hizo bastante bien su trabajo y le
caminó al mánager Carlos Martí, quien haciendo valer su condición de director y
contra el criterio de muchos, mantuvo a este lanzador en el box, y la realidad
le dio la razón. Ahora hay que enfrentar a tres trabucos, como decimos en buen
cubano: Israel, compuesto por jugadores profesionales norteamericanos, Japón y
Holanda.
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