Muy ofendidos han de andar los mexicanos ante los propósitos de Donald Trump de construir un gigantesco muro en la frontera con ese país. Es un disparate mayúsculo. Y más si se tiene en cuenta que el nuevo e impredecible inquilino de la Casa Blanca pretende que lo pague México. Ya el Presidente norteamericano ha adelantado fórmulas para que así sea: gravando los productos que exporta a ese país, poniendo impuesto a las remesas que envian a sus familiares los que residen y laboran en Estados Unidos, etc. Se trata de imponer la ley del más fuerte. Ptetende Trump recibir a los mexicanos que clasifiquen y puedan aportar, a los más dotados, a profesionales, científicos. deportistas destacados. Como siempre, robando el mejor talento y dañando a todo trance. No importa si es socio, amigo o vecino. Tender puentes no figura entre las políticas del cuestionado Presidente norteamericano. Obtener ventajas financieras es su filosofía y la de su multimillonario equipo. Hasta dónde podrá llegar con sus desquiciadas aventuras está por ver. Y en esto el propio pueblo norteamericano tiene la palabra.
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